Hoy vamos con un lugar que está cerca de ser el más importante de los mencionados en el libro por lo que supone para alguno de sus protagonistas, el Alto del Golobar (Salcedillo-Brañosera, Palencia).
En este puerto podría decirse que la realidad supera a la ficción, porque los recuerdos son muy buenos, podría decir que de los mejores de mi vida ligada al ciclismo por todo, por el qué, por el dónde, por el cómo y por el quien y el con quien.
Allá por 2008, Eloy Carral ganó en Collado Salcedillo, porque ese año la etapa de la Vuelta Palencia en cuestión no culminó en el Alto del Golobar, sino en un cruce previo que recibió dicho nombre.
Ese día, un currante de la bici con una clase que pocos lograron ver, llegó en solitario a una meta en la que precedió a gente como Dimitry Ignatiev, Ángel Madrazo, Andrey Amador, Rafa Valls o Gorka Izagirre entre otros, y eso estando al servicio de sus compañeros Arturo Mora e Higinio Fernández, 1º y 4º respectivamente en la general final en esa edición de la ronda palentina.
Tuvimos que esperar hasta 2011 para llevarnos otra gran alegría en el Golobar, ahora sí arriba, hasta el límite donde pueden llegar los coches (sin llegar al Refugio), en lo que fue una etapa de las más "rocambolescas" que recuerdo, digamos que se juntó un poco todo.
El equipo venía de perder "por estrategia" el maillot amarillo el día previo, una decisión que le costó al director del equipo, a mi padre, feroces críticas entre los contertulios y periodistas que cubrían cada segundo de la ronda palentina, pero, además, en la primera parte de la etapa, 6 de los 7 ciclistas del equipo habían probado la dureza del asfalto. Primero en el inicio de la subida al Portillón (cayeron 5 ciclistas de los 7) y después en la bajada del Escudo (ahí solo Mario tocó el suelo, pero con contundencia).
La rabia por esas caídas y por las críticas vertidas al equipo por ceder el liderato el día previo fueron el mejor combustible para dar la vuelta a la tortilla en la segunda parte de la etapa. Gerardo peleó lo indecible por la clasificación de la montaña y Jesús por recuperar el liderato y ambos, secundados por un equipo en el que todos remaron en la misma dirección, demostraron en el Golobar que esa subida era "territorio Soplao".
Solo un tal Omar Fraile pudo con Ezquerra en la línea de meta, pero Jesús recuperó un liderato que ya nunca perdería. Por su parte, Gerardo se vistió de lunares y se partió la cara literalmente por ganar ese maillot días más tarde. Y el equipo y su director hicieron comerse sus palabras a los que jugaron a saber más que nadie en radio y televisión. Esos del "Soplao" eran tan malos, que sin tener a los mejores ciclistas a nivel individual, lograron la general final, la regularidad, la combinada, la montaña y, sobre todo, demostrar que la mentalización y el trabajo bien hecho hacen que el talento pierda algo de peso, de ahí lo de "querer es poder".
¿Y por qué todas estas historias? Pues no lo sé realmente, quizás porque por esos recuerdos el Golobar es parte importante del libro y, para quien sepa leer entre líneas y conozca un poco del tema, muchos de los personajes de la ficción podrían "emparentarse" con las personas reales. En estas historias hay muchos Laros, Gerardos, Juanes, Pepes, Migueles...
Os dejo la altimetría (extraída de altimetrias.net) del puerto (por Barruelo, que es por donde se sube en la Vuelta Palencia, y por Espinilla) por si, como me pasa a mi, os gusta de vez en cuando jugar a ser ciclistas, que siempre está bien hacerse a la idea de lo que uno va a sufrir / disfrutar.
#delamontañaalagloria
#MVP
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